Tras los pasos de Marco Polo by Dalrymple_ William

Tras los pasos de Marco Polo by Dalrymple_ William

autor:Dalrymple_ William [Desconocido]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_history
ISBN: 9788440680372
editor: papyrefb2tdk6czd.onion


Fue como si de repente pudiésemos respirar. Me arremangué la camisa por primera vez en quince días. Laura dio un alarido, se arrancó el pañuelo, lanzó las medias por encima del alambre de púas y bailó vestida sobre el chador, con gran satisfacción por parte de los aduaneros paquistaníes. Comparados con los iraníes parecían tan poco amenazadores y tan familiares como papá Bonanza. A mi alrededor había objetos que no había visto desde hacía tres años, cuando salí de la India. Los aduaneros estaban sentados en un charpoy de cuerda y tomaban té con leche en pequeñas tazas de porcelana. Junto al registro de inmigración ardían dos bastoncitos de incienso de sándalo. Fuera, al lado de la puerta, había una bicicleta apoyada contra la pared.

—¿Cuál es su nombre, sahib? —preguntó el aduanero—. ¿Y cuál es su país de origen?

Se lo dije. Eran las mismas preguntas indias que me resultaban tan familiares. Anotó algunos datos más por puro formulismo.

—¿Están quesidos?

—¿Qué quiere decir? —pregunté.

—Usted y la señora, ¿quesidos?

—Eso no es inglés.

—¿No habla inglés, sahib?

—Yo soy inglés.

No tenía mucho sentido embrollar más las cosas con lo de Escocia.

—¿Saben algunas palabras de inglés?

—Sí, muchísimas, yo soy inglés.

Había olvidado este aspecto de la India.

—¿Están usted y la señora quesidos?

Hizo un gesto obsceno con el índice de la mano derecha.

—¡Casados! ¿Quiere decir si estamos casados?

—Sí. ¿Usted y la señora quesidos?

—No.

Era la primera vez que admitíamos no estar casados desde Dogubayazit.

—¿No quesidos?

—NO. NO ESTOY CASADO.

—Lo siento, sahib. No comprendo su inglés. Creo que quizá no habla inglés bien. Sahib, ¿puede decirme cuál es su lengua materna?

—Ya se ¡o he dicho. Soy inglés y hablo un inglés perfecto. Jesús!

—¿Jesús?

—Está llamando a su dios —explicó el otro aduanero.

—¿Está enfadado conmigo, sahib?

—No, no estoy enfadado con usted. Es que quiero marcharme.

—Sahib, una pregunta más.

—¿Qué?

—¿Le gusta bottom7? —dijo mientras me señalaba.

—¿Lo parezco?

—No, no sahib. ¿Le gusta bottom? A mí me gusta bottom.

—Bueno, me gustan algunos —dije.

—¿Le gusta bottom? ¿Es fan de bottom?

—Sí.

—A todos los ingleses les gusta bottom.

—Oh, si —dijo el otro aduanero—. A todos los paquistaníes les gusta Imran Kan, y a todos los ingleses les gusta Botham. Es el jugador de criquet inglés más famoso.

Los guardias nos dejaron cambiar en el garito. Yo me puse una charwal chemise azul que había comprado por la mañana en Zahedan, y Laura su querida camiseta rosa y unos pantalones floreados de Laura Ashley. Después se puso unos pendientes de perlas e hizo una hermosa hoguera con el chador y el velo. Cuando estuvo lista, salimos con Ramesh, Nazir y Joe en busca de algún medio de transporte. Por culpa del retraso de aquella mañana, habíamos llegado siete horas demasiado tarde para coger el autobús semanal, y el próximo tren no salía hasta el domingo, es decir, al cabo de tres días. Decidimos pagar entre todos un taxi que nos llevara a Quetta, a seiscientos cincuenta kilómetros.

El pueblo de Taftan estaba a medio kilómetro del puesto fronterizo, y seguimos el rastro por el aroma a comida especiada que nos traía la brisa de la tarde.



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